La poda de la vid

La poda de la vid | Bodegas Peique

Cuando hemos empezado a escribir este artículo o reflexión sobre la poda de la vid, el corrector ortográfico ha cambiado la palabra vid por vida; hemos dejado de escribir y sentido esa inmensa necesidad de soñar, porque de eso se trata la poda de la vid o la vida, no es cortar por lo sano, sino sentir hacia donde queremos enfocar nuestros próximos días o la próxima cosecha.

La poda es un momento de transformación, de sentir y evocar a nuestra intelectualidad. Sí, consideramos la poda de la vid como una actividad intelectual, el enfrentamiento del ser humano con la naturaleza. De un modo consciente intentamos guiar el curso de la misma para alcanzar unos objetivos. De aquí surge la necesidad de sentir como la planta siente, no solo en la cosecha actual, también en la próxima vendimia y en la poda del año que viene.

 

Esta práctica cultural es nuestra favorita entre todas las que realizamos en nuestros viñedos del Bierzo. La poda es arte y es técnica. Debemos conocer dónde queremos llegar para realizar un trabajo eficaz mientras las plantas duermen durante el invierno.

La poda de la vid en Bodegas Peique

Nosotros cultivamos viñedos viejos plantados en vaso y la poda que realizamos en la variedad Mencía es a pulgares. Una poda corta a dos o tres yemas, de este modo controlamos la producción y mantenemos el potencial productivo de nuestras cepas de más de sesenta años.

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Los pulgares son trozos de sarmiento con dos o tres yemas de donde nacerán los nuevos pámpanos que desarrollarán la vegetación, las inflorescencias y los futuros racimos.

El sistema de conducción debe buscar la máxima exposición de la superficie foliar y una adecuada aireación.

El período más adecuado para ejecutar la poda es cuando la planta está en reposo, entre la caída de la hoja y el momento de la brotación. Dentro del reposo de la vid, la poda temprana sufre un ligero adelanto del momento de la brotación.  La poda tardía, lo retrasa.

 

Deberemos tener en cuenta factores como la climatología, la orografía del terreno, la edad de la planta, las variedades de vid y el portainjertos.

Por ejemplo, deberemos evitar los días de niebla o lluviosos ya que son propensos a la propagación de enfermedades a través de los cortes de poda. Deberemos ser conscientes de cómo las heladas afectan a nuestros viñedos en función de la orografía. Lo mejor, es dejar las zonas más hondas para el final del invierno.

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