La luz del atardecer nos incita a caminar por el viñedo y una cálida brisa agita los árboles y las cepas interpretan su propia melodía a nuestro paso.
Nos dirigimos a uno de nuestros puntos sensoriales y mágicos en Valtuille de Abajo desde donde el viñedo se convierte en una mar de vegetación inquieto y vibrante.
La flora del lugar nos acoge y los tallos vibran como una melodía manouche de Django Reinhardt.
Y las uvas danzan como un barco en el mar de viñas esperando la llegada de la noche.