La relación con el vino se está sofisticando a la par que lo hacen los consumidores. Una tendencia que se está reflejando, entre otros aspectos, en la guarda de las botellas. A pesar de que vivimos en el país que inventó lo de la crianza, reserva y gran reserva para que sean las bodegas las que hagan la guarda por nosotros (y así poder descorchar cada botella según sale al mercado), cada vez más a menudo aparece la pregunta de cómo se debe conservar el vino en casa evitando su decadencia.
Comencemos con tres premisas:
1/ no es lo mismo un vino elaborado de tal formar que puede evolucionar bien a largo plazo, que uno joven, que a priori debe beberse en un par de años máximo. Aunque no es una ciencia exacta.
2/ es más importante tener en cuenta ciertos conceptos que las infraestructuras en sí. Tomen nota: la luz (oscuridad en este caso), la temperatura (15º/16º), la humedad (que la haya, 70% es perfecto), la posición (horizontal), los olores (al mínimo) y, digamos, la tranquilidad, que un vino debe dormir tranquilo y a gusto para despertar bien descansado.
3/ debemos advertir que aquí no hay milagros ni una fórmula mágica común, que cada vino es un mundo y cada casa, otro. Puesta la tirita antes de la herida –lo reconocemos-, pasemos a presentar una pequeña guía sobre cómo conservar el vino en casa, tomando en cuenta los conceptos citados, aplicándolos al perfil de cada uno:
Para los que les va la vida en ello: una bodega o cava
Lo primero y fundamental es tener ganas -y capacidad económica- de invertir dinero en ella, además de disponer de espacio en casa para construirla. Dos requisitos que evidentemente hacen de esta opción la menos, digamos, popular. Y descontado además que hay que contar con una colección de vino suficientemente rica y variada para que luzca. Una alternativa minoritaria y poco asequible, aunque las hay muy bonitas y lustrosas (algunasprefabricadas subterráneas son espectaculares), y si no que se lo digan a George Clooney.
Para los que les va la vida en ello (pero no cumplen los requisitos para tanto bombo): una vinoteca o armario climatizado
¿Obvio, no? Sí… pero no. Hay que elegir bien la que se compra. El refrán de que lo barato a la larga sale caro se inventó el día que alguien compró una vinoteca de dudosa procedencia y precio imbatible que acabó transformando sus Vega Sicilia y Lafite en la mejor colección de vinagre jamás reunida por el hombre. Cuidado con los chollos. Recomendamos que disponga de un buen servicio técnico post-venta.
Luego está el tema de la capacidad de almacenaje de la misma. No sabemos qué pasa pero todo el que se compra una, del tamaño que sea, se le acaba quedando pequeña. Debe ser que empezar beber vinos a su temperatura adecuada nos hace disfrutarlo más y nos anima a comprar y a guardar más.
Para los que no les va la vida en ello, pero les gusta tener su colección
Este grupo (bueno, y todos) debe tener en cuenta que el vino es un producto vivo y sensible. Tan sensible que cuantos menos vaivenes sufra, mejor para todos. Así, el trastero de casa puede ser un sitio estupendo (si tiene la humedad necesaria, claro). Si no se dispone de trastero o a uno le gusta lucir su colección cuando vienen las visitas, lo mejor es buscar un rincón siempre oscuro y con la temperatura adecuada. Sabemos que hay estantes de vinos que lucen a las mil maravillas en el salón de casa, pero el aire acondicionado y la calefacción suelen acabar provocando que el vino quede mejor dentro del guiso que maridando con el mismo.
Guardarlo debajo de la cama es una opción estupenda (oscuridad y poco cambio de temperatura) aunque somos conscientes que el tan últimamente extendido canapé para meter lo que no sabemos dónde meter tira por tierra esta práctica alternativa. Un armario también es muy socorrido en estos casos.
Y como aviso general: la cocina no suele ser un buen sitio de guarda.Cambia la temperatura, hay muchos cambios de luz, olores de comida y detergentes… Sabemos que se lleva mucho pero… no.
Fuente: http://www.vanitatis.com/