Un cuento de Navidad en el Bierzo

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Diciembre ha llegado como cada año de un modo inesperado. Sin prisa, pero marcando de un modo rotundo el final de 2017. Nos gusta la Navidad, las emociones en familia, la gastronomía y los vinos que descorchamos los últimos días del mes, antes del cambio de dígito en el calendario.

Los vinos evolucionan en la bodega de Valtuille, mientras pensamos en los nuevos retos, el camino a seguir en 2018, las personas que conoceremos y los países que visitaremos. El viñedo nos observa con calma y templanza, a la espera de la poda, del comienzo de un nuevo ciclo.

Recordamos cuando nuestros abuelos nos contaban la historia de las cepas de Mencía y los suelos del Bierzo. Aventuras de otro tiempo mientras el vino marcaba como un hilo rojo el devenir de los años.

Cada cepa tenía un nombre. Jugábamos a descubrirlo como un acertijo. Emparejábamos a cada planta con otra, como si se tratara de una gran familia en El Bierzo. Desde la parte más alta de la colina, donde el viñedo de casi cien años soporta las inclemencias meteorológicas, mirábamos a los cuatro puntos cardinales. Nos imaginábamos batallas épicas y cómo el viñedo nació a partir de una única cepa. La cepa madre.

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Las historias cobran valor cuando se cuentan. El camino de las palabras que nacen en una boca y cómo otra boca le da su propia forma. La perspectiva de las leyendas, de los sueños, de las experiencias compartidas depende de quién las cuente.

En Navidad nos reuniremos en la casa de nuestros padres, Sagrario y Luis. El menú os lo contaremos más adelante. Y los vinos serán de Peique y otras referencias de amistades que nos hemos encontrado durante el último año.

La familia ha aumentado. Hablamos de la cuarta generación de Peique en El Bierzo. Más de cien años hablando de vinos y de vides. El cultivo ha evolucionado. También las personas. A veces, pensamos cómo sería vivir la época de nuestros abuelos. Ser el origen de las historias.

El principio de cada historia no entiende de calendarios ni de las personas. Nos encontraremos con relatos más penetrantes y otros más delicados. Algunos alegres y otros más tristes. Vivimos de los recuerdos, del aprendizaje y del tiempo compartido.

El vino como la metáfora de la vida que cuenta su propia historia y une los corazones.

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